El concepto que primero nos llega a la mente referente a «manta«, es una prenda de abrigo para la cama que tradicionalmente era de lana o algodón.
Ropa para la cama, que nuestros antepasados la utilizaban en la cama puesta de una forma arcaica, consistente en poner primero las sábanas, luego la manta o mantas, porque la calefacción en tiempos remotos, solamente solía localizarse en el salón y puesto que no llegaba el calor a los dormitorios, la necesidad imprescindible de más de una manta se hacía notar por conseguir el aislamiento térmico suficiente para combatir al frío. Una vez estas puestas en la cama, se doblaba el embozo de las sábanas y se procedía a poner la última de las capas que solía ser una colcha bastante liviana, que era la que de alguna forma aportaba la decoración y el diseño.
Hoy en día, esta forma tradicional se sigue utilizando. Es la manera de presentar una cama bien hecha. Con la diferencia de que actualmente disponemos de edredones con distintos gramajes, que según sea uno u otro, puede que requiramos del calor de una manta o podamos prescindir de esta.
Actualmente, existen mantas de pelo sintético o poliéster que por sí solas son capaces de vestir la cama como una colcha, consiguiendo una decoración invernal con estilo propio.
Además, disponemos de cojines y plaids o pies de cama a juego para coordinar. Por ejemplo si vestimos la cama con una colcha lisa y queremos aportar decoración al ambiente, utilizaremos el plaid para decorar el pie de la cama (que al mismo tiempo abrigará nuestros pies) y pondremos el cojín a juego dónde la almohada.
